Gabriel San Miguel: Les voy a contar lo que significa ser preso político en Venezuela

Me llamo Gabriel San Miguel. Soy un joven abogado de 24 años y fui preso político de la dictadura de Nicolás Maduro durante 82 días en cuatro centros de reclusión distintos: Destacamento 321 de la Guardia Nacional en San Carlos,estado Cojedes; Cárcel 26 de Julio enSan Juan de los Morros, estado Guárico; Cárcel de Tocuyito en Valencia, estado Carabobo y finalmente en la sede de los Servicios Bolivarianos de Inteligencia (Sebin), ubicada en El Helicoide, en Caracas.

Mi compañero Francisco Márquez (Pancho) y yo fuimos acusados de legitimación de capitales e instigación pública a delinquir, delitos que suman una pena de cárcel de más de 20 años. Todo esto por el simple hecho de apoyar el proceso de validación de firmas del Referendo Revocatorio.

Durante los primeros 45 días de reclusión estuvimos completamente aislados e incomunicados. Nuestra celda no tenía ninguna entrada de luz natural, era sucia, oscura, llena de zancudos, completamente insalubre.

Nuestras camas eran unas literas de cemento y nuestros baños eran letrinas donde llegaba el agua una vez al día durante 15 minutos. Presenciamos torturas físicas a presos comunes: Estos eran desnudados, esposados y los hacían trotar bajo un sol inclemente en una cancha, mientras eran golpeados sin cesar con una tabla.

Éramos obligados a hacer orden cerrado (movimientos marciales) diciendo consignas ideológicas como “Chávez vive, la patria sigue”, “Los apátridas nunca volverán”, “Independencia y patria socialista”, entre otros.

Presenciamos un motín de fuego cruzado entre reos y distintos cuerpos de seguridad del Estado y nuestras vidas corrieron serio peligro. La incertidumbre y el miedo son parte de los sentimientos reiterados que viven quienes están bajo estas circunstancias.

Ser preso político en Venezuela es similar a estar secuestrado por una banda delictiva. No cuentas con ninguna garantía judicial. Se está expuesto, degradado y vejado ante la opinión pública bajo acusaciones falsas. Puedes ser víctima de torturas físicas y psicológicas bajo total impunidad. No se tiene comunicación con familiares ni abogados.

En muchas oportunidades te mantienen encerrado en la celda durante semanas sin poder tener contacto con nadie del penal. En síntesis, no se respeta ninguno de los derechos humanos establecidos en la Constitución y tampoco los pactos y tratados firmados y ratificados por Venezuela en esa materia. Hoy existen más de 100 presos políticos bajo estas condiciones inhumanas.

Durante mi cárcel alcancé compartir con el alcalde Daniel Ceballos, el alcalde  Delson Guarate con, el diputado Rosmit Mantilla, con el diputado Renzo Prieto, con Yon Goicochea, con Carlos Melo, con Alejandro Puglia, entre muchos otros.

Fue mucho lo que pude aprender de todos y cada uno de ellos, pero quien más me marco fue Daniel Ceballos en una conversación que logré sostener con él poco después de que lo ingresaran nuevamente en la Cárcel 26 de Julio en San Juan de los Morros y poco antes de que Pancho y yo fuésemos trasladados a la Cárcel de Tocuyito.

Daniel llegó con una impresionante actitud a su segundo e injusto encarcelamiento. Se mantuvo lleno de optimismo y de mucha serenidad, sus valores y sus convicciones son su base para afrontar el nuevo reto que se le presentaba como persona.

Yo le dije a Daniel que una de las cosas que más me afectaba de estar preso era el sufrimiento de mi familia, en especial de mi mamá. Era algo que me costaba asumir y sobrepasar, y le pregunté que como él, teniendo no sólo a sus padres, sino además su esposa y sus tres hijos, podía lidiar con ese sufrimiento.

Daniel me dio una respuesta sumamente humana y me pidió que hiciera el ejercicio de proyectar a mi familia en momentos de felicidad y que me llenara de ánimo a través de esos recuerdos, y que también los proyectase luchando por mí con el propósito de encontrar la fortaleza interna que necesitaba para sobrepasar ese estado mental. Daniel no me dio la respuesta que quería oír, pero sí la que necesitaba y la que me terminó funcionando.

Y ese sufrimiento que sentía yo, lo sienten también las personas que al día de hoy se encuentran encarceladas injustamente. Porque los presos políticos no pueden ser tratados y reconocidos como meras cifras.

Los presos políticos son seres humanos con sueños, metas, aspiraciones. Son padres y madres de familia, son hijos, son hermanos, son primos, nietos, sobrinos, son amigos. Cuando se está preso por razones políticas, no sólo quien lo sufre se encuentra preso.

Son presos también su familia y sus allegados. No hay cumpleaños, celebraciones, graduaciones, encuentros y reuniones familiares que sean iguales porque se sabe que un ser querido está sufriendo una injusta situación, en la que te quitan hasta lo más elemental: La libertad.

Venezuela vive hoy una ola represiva similar a las dictaduras gomecistas y perezjimenistas. Vivimos una situación en la que toda aquella persona que se atreva a disentir de la cúpula de Gobierno queda expuesta a ser perseguido y encarcelado, y esto no lo podemos permitir.

No sólo no debemos olvidar a quienes están tras las rejas de la dictadura, sino que debemos luchar por su liberación y también luchar porque la opresión y la tiranía dejen de reinar en nuestro país.

Hoy, que me lees, te pido que hagas un ejercicio mental y te pongas en la situación de quienes sufren estas injusticias. Te pido que reflexiones sobre esto, y después de la reflexión, define qué puedes hacer para que nuestro país cambie. La causa de los presos políticos es la justa y noble causa de la liberación de toda Venezuela.

Fuente: Konzapata